El sinsentido de la productividad sin límite: ¿humanos robotizados?

by Julen

La carrera por la productividad, la eficiencia, la eficacia o como quieras llamarlo (por supuesto, con muchos matices de por medio según el término que utilices) se nos ha ido de las manos. Hacer más y mejor en menos tiempo; hacer lo que hay que hacer; hacerlo mediante la lógica del máximo rendimiento. Es una carrera tan maravillosamente diseñada que solo conduce al fracaso. El primer cajón del podio es realmente el segundo. Nunca terminas. Siempre habrá una manera de hacerlo en menos tiempo. Siempre. Otra cosa es que aún no la hayas descubierto. Pues ya tienes trabajo. ¿A qué estás esperando?

La productividad vive atrapada en el axioma en que se ha convertido. Además, vive atrapada en la paradoja de Jevons. En cualquier caso, si preguntas a tu alrededor, en un entorno laboral creo que nadie se cuestiona que la competitividad pasa porque todas y cada una de las personas que trabajamos seamos eficientes. Eso sí, no hay que perder de vista el simple hecho de que los óptimos locales no tienen por qué conducir a un óptimo global. Los famosos cuellos de botella tienen la culpa.

Así, puede que estemos compitiendo en una carrera de la rata. Vivimos atrapadas en una rueda de actividad infinita. Nos hemos convertido en simples roedores que aceptamos correr más y mejor porque el sistema es único: solo podemos hacer lo que hacemos. Solo podemos exprimir nuestro tiempo. Cada fragmento de tiempo debe ser optimizado. ¿Por qué tardar más si puedes hacerlo en menos tiempo? La productividad no sabe de disfrutar del tiempo.

Mis programas de 5S digitales, por ejemplo, caminan en esa dirección: ¿cómo puedes optimizar tus competencias digitales para organizar bien tus cosas y no sentir que estás tirando tu tiempo por la borda? Sí, mi actividad profesional ha girado durante muchos años (y sigue haciéndolo) en torno a cómo una persona, un equipo o una organización al completo pueden ser más eficientes. Puedo cambiar eficiencia por competitividad y la foto no cambia apenas. La competitividad, eso sí, introduce una variable de excepcional relevancia: tu eficiencia debes compararla con la de tu competencia. Es decir, esto de la productividad/eficiencia es algo relativo. Solo te es útil en la medida que lo hagas mejor que los demás.

La eficiencia –si de verdad te la crees– necesariamente conduce a la ansiedad. Porque nunca llegas a la última estación. El tren continúa avanzando hacia un destino que no existe. El final es una quimera: no puedes ni siquiera imaginarlo.

En los últimos tiempos, para mayor regocijo de los talibanes de la productividad, ha llegado un nuevo aliado: la inteligencia artificial. Tu tiempo es oro. Así que ahí va una colección de imprescindibles:

  • ¿Leer ese PDF al completo? Por favor, que la inteligencia artificial te lo resuma.
  • ¿Escribir un correo electrónico al completo? Por favor, que la inteligencia artificial te proporcione modelos aprendidos de tu repetitividad.
  • ¿Aprender una fórmula de Excel? Por favor, que la inteligencia artificial te lo solucione.
  • ¿Aprender un idioma? Por favor, que la inteligencia artificial te traduzca textos al instante.

¿Qué tienen en común leer un PDF al completo, escribir un correo electrónico, aprender una fórmula de Excel o un idioma? Que requieren tiempo, esfuerzo y constancia. Pues bien, la productividad contemporánea te propone que no emplees un tiempo que ¿no tienes? Piénsalo un poco: todo gira alrededor de las supuestas mejores prestaciones de las máquinas para lo que antes era humano. La productividad es para los robots. La frase se le atribuye a Kevin Kelly.

Creo que esa afirmación contiene una gran parte del problema. Medimos con las varas de medir que nos proporciona el capitalismo global, es modelo único en que vivimos. Medimos lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Evaluamos a las personas en base a una contribución resultadista porque nos hemos tragado el modelo y no vemos opción alternativa. Todo tiene que ver con optimizar recursos. Quita «recursos» y pon «personas». Personas que dedicamos nuestro tiempo a algo antes llamado trabajar. Pero el trabajo ya no es lo que era. No con la inteligencia artificial danzando a nuestro alrededor.

¿Para qué quieres ganar en productividad? Hasta que no se demuestre lo contrario, solo pasamos por aquí una vez. Si ganas tiempo, ¿qué vas a hacer con él? ¿La única respuesta posible queda circunscrita al entorno laboral? Claro que puede que la única manera de escapar sea aceptar unas reglas que no podemos cambiar. ¿No queda sino ser más y más eficiente a sabiendas de que nunca ganamos la partida? ¿Tan gruesos e invulnerables son los muros de cristal?

Imagen de Tumisu en Pixabay.

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