Comentaristas deportivos: apolíticos, por supuesto

by Julen

Deporte y política. Cuántas veces habrá que escuchar que no hay que mezclarlos. Una frase vacía de contenido. El deporte es política, como lo es la compra del día, la forma en que eliges desplazarte o el turismo que practicas. El mundo es un conglomerado entrelazado de acciones cotidianas con impacto en nuestro destino colectivo. Israel, como todos los países, se vende a través del deporte. Sportwashing, como tantas otras prácticas encerradas en enormes aparatos propagandísticos. Pero algo ha reventado de este sportwashing en la última etapa de La Vuelta.

Conste que en esto del sportwashing se equiparan todos los países. Arabia Saudí e Israel hacen lo mismo en este terreno. Arabia, ya sabes, es ese país en el que se juega la Supercopa de fútbol de España, del que Rafa Nadal hace de embajador tenístico o que paga 500 millones de dólares a Jon Rahm para se una a su liga, la LIV Golf. Insisto, todos los países lo hacen. Lo que me sorprende es cómo aquí, en Occidente, se compra sin rubor el discurso. Así, puedes encontrar fácilmente loas al calendario de eventos deportivos de ese país para este 2025. Los titulares lo dejan claro. Te copio/pego algunos ejemplos de lo que dicen los apolíticos medios de comunicación occidentales:

  • Arabia Saudí, un destino ideal para practicar deporte
  • Arabia Saudí apuesta por el deporte
  • Arabia Saudí, capital del deporte 2025
  • Arabia Saudí: el nuevo epicentro mundial del deporte
  • Arabia Saudí y el deporte: una relación a lo grande

Pero volvamos a La Vuelta. Este entorno de deporte apolítico –un oxímoron en toda regla– cuenta, por supuesto, con una gran cantidad de comentaristas deportivos que se vuelven apolíticos y, de paso, acríticos. Su Dios es el deporte de élite. Para saber de ellos nada como lo que ha sucedido con la protesta por la participación del apolítico equipo de Israel en La Vuelta, por el genocidio de Gaza y en defensa de Palestina. El deporte es el rey: intocable. Según parece, es violencia intolerable lo que ha ocurrido contra La Vuelta. La ciudadanía no puede interrumpir una competición ciclista que es sagrada a ojos de ciertos señoros apolíticos comentaristas deportivos.

Israel trabaja incasable el marketing del no-genocidio de Gaza. Abraza los valores del deporte y desplaza el foco hacia el esfuerzo y la superación, por ejemplo, de unos ciclistas profesionales que compiten en la élite. La máquina de propaganda hace su trabajo. Aquí, en esta parte del primer mundo, hasta les salen admiradores en la extrema derecha. Ayuso enseguida va a hacerse la foto. Con el equipo de Israel, en solidaridad por lo que sufren, por el riesgo que asumen de poner sus vidas en peligro ante las masas que protestan por el no-genocidio de Gaza. En el fondo, lo de Ayuso no es sino la archiconocida banalización del mal de la que escribió hace muchos años Hannah Arendt. Nada nuevo bajo el sol. Algo habrán hecho los gazatíes para que les pase lo que está pasando, pensará ella.

Los comentaristas apolíticos del deporte viven, lógicamente, en su burbuja de cristal: los valores del deporte por encima de todo. Claro que el deporte que sale por la televisión es deporte de élite, es deporte-negocio y también, claro está –y esto les rompe sus entendederas– es deporte-política. Un deporte que, cuando debe comentarse por la pequeña pantalla, saca lo que la mayor parte de comentaristas deportivos llevan dentro: su ceguera sociopolítica. Así está montado el chiringuito para entretener al populacho. La Vuelta por encima de todo. La Vuelta como tótem sagrado que hay que proteger, cueste lo que cueste. ¿Decenas de miles de personas asesinadas? ¿Qué es eso comparado con la trascendencia mediática de un evento como La Vuelta?

La imagen es de hugo torio sevillano en Flickr.

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