03 Ouroux-en-Morvan – Anost #GTMC

by Julen

Recorre la etapa en 3D

Podcast del artículo vía Google Notebook LM

Estoy encantado con mi alojamiento de hoy, una habitación en una casa del pueblo. La lleva un australiano que me ha contado que pasa los veranos aquí y los inviernos allí. O sea, siempre verano. No está mal. Tan a gusto estoy que he aprovechado hasta para depilarme las piernas. La bañera lo merecía y, como tiempo me sobra, pelillos a la mar.

Tras hacer las compras para el desayuno -tengo una pequeña nevera y una cafetera en la habitación-, doy una vuelta por el pueblo. Entro en la modesta iglesia que tienen dedicada a San Germán. Me quedo con dos datos. El primero, el triunvirato de santas francesas es evidente: Santa Juana de Arco, Santa Bernardette y Santa Teresa de Lisieux. Por aquí andan las tres. Como botón de muestra te dejo más abajo una foto de una imagen de la primera. El segundo dato: la Primera Guerra Mundial fue, desde luego, la Gran Guerra. Aquí en el pueblo hubo nada más y nada menos que 120 muertos frente a los 14 de la Segunda Guerra Mundial. Todos tienen su hueco en la iglesia.

Por Ouroux-en-Morvan pasaba el Tacot du Morvan. A principios del siglo XX esta línea férrea iba de Corbigny a Saulieu (si recuerdas, la que se suponía que iba a pedalear ayer cerca de Saulieu). La línea aqui discurría junto al estanque comunal y contaba con una estación en el pueblo, ubicada en el solar del actual ayuntamiento. Ouroux contaba, además, con otras dos paradas en las aldeas de Chamerelle y Cœuzon-Savelot. Un 15 de marzo de 1939 terminó de dar servicio. Ahora se puede recorrer como vía verde hasta Montsauche-les-Settons en un trayecto de diez kilómetros que parte desde el estanque.

El pueblo también tuvo relevancia en la historia de los maquis, como tantos otros de esta zona. Una mansión del siglo XVII, situada en el centro del pueblo, albergó un hospital de campaña clandestino del Maquis Bernard y de un grupo franco-británico con el nombre de guerra de «Equipo Harry», responsable de las conexiones por radio entre la Francia Libre del general De Gaulle en Londres y la resistencia en Morvan. Este maquis, inicialmente muy modesto, se desarrolló gradualmente con la ayuda de la población local y, como ya comenté ayer, tuvo una gran relevancia durante la Segunda Guerra Mundial.

Junto al ayuntamiento hay una pequeña exposición al aire libre sobre los «pueblos mártires del Morvan». Son localidades que sufrieron incendios y bombardeos por parte de los nazis en 1944, sobre todo en junio, julio y agosto. Tienen en cuenta los departamentos de Côte d’Or, Nièvre, Saône-et-Loire y Yonne. Un mapa muestra los maquis que se organizaron.

Tras empaparme un poco más de esta triste parte de la historia, me da la hora de cenar. Una hamburguesa vegetariana XXXXL me ha sudar para acabar con ella. Luego, ya en mi alojamiento, termino la novela de Minier. Demasiado retorcida para mi gusto.

Hoy planifico una etapa también corta (la de ayer se supone que no lo era). Tengo que dosificar esfuerzos. No obstante, el desnivel acumulado en teoría se va a ir algo por encima de los mil metros. Vamos, que no va a ser Verano Azul. Este desnivel tiene que ver, en buena parte, porque decido bajarme a dar un paseo hasta el lago Pannecière. Luego te cuento.

Desayuno con tranquilidad en mi habitación. Me tomo el día con calma. Bueno, eso pretendo, pero las tripas andan revueltas. Me temo que ayer la hamburguesa vegetal y un saupiquet du Morvan que comí a mediodía se están tomando su venganza en toda regla.

Nada más comenzar me acerco a un mirador que recomienda la guía oficial de la GTMC desde el que admirar el panorama del lago más grande del Morvan: el lago Pannecière. Voy con ello. Ahora te cuento. Fake total. Quizá un día hubo vistas (un par de bancos lo sugieren), pero hoy nada de nada. El lago estará, no lo dudo, pero aquí desde el pueblo te olvidas del asunto.

Por primera vez, me pongo un cortavientos. Hay que descender hasta el lago, que son casi seis kilómetros, y la mañana está fresca. Esta noche ha llovido. Voy con una fulgurante bajada. Ohhhhh, el lago.

No hay duda, me recuerda a Noruega, donde los lagos aparecían por cualquier lado y siempre con las aguas haciendo de espectacular espejo del entorno. Pedaleo junto a él mientras intento imbuirme de su calma.

Ahora bien, a diferencia de muchos lagos naturales de Noruega, estos del Morvan son artificiales. Esta presa, de una altura de 49 metros, se levantó con un objetivo claro: regular el caudal del río Sena. Aunque estamos lejos de París, allá por la década de 1930 la obsesión de quienes lo construyeron era proteger la capital francesa de inundaciones devastadoras. Las grandes avenidas del Sena en el pasado causaron estragos en París, y la creación de este y otros lagos de embalse en las cuencas de los afluentes del Sena fue una solución ingenieril a gran escala para controlar el caudal del río.

El lago se despereza con las primeras luces del día. Enseguida estoy en Chaumard. Aquí se juntan las aguas de dos ríos: Oussière y Yonne. Te suena el segundo, ¿verdad? Tanto tiempo junto a su canal Nivernois durante la primera etapa de esta ruta y mira por dónde, nos volvemos a reunir. No veas qué alegría. En Chaumard luce su ayuntamiento, niñas por un lado y niños por otro.

Tengo que desandar todo lo que había bajado hasta el lago. Por otra carretera emprendo el ascenso hacia La Fiole. Nada más llegar al cruce con la carretera que viene de Ouroux-en-Morvan (queda solo a 1,5 km, según veo en una señal), aparece enseguida una tabla de orientación que permite… tomar conciencia de la desorientación que ofrecen estos bosques tan parecidos entre sí. Bueno, en primer plano han plantado árboles para la Navidad. Negocio, negocio.

Dejo por fin el asfalto por el que había rodado hasta ahora y cojo una pista a la derecha. Corono un alto y comienza el descenso, muy húmedo, que pasa al lado del molino de la Presle, cuyos orígenes hay que buscarlos en los siglos XV-XVI.

El descenso termina y comienza la subida a Planchez, otro pueblo vinculado a los maquis. Durante la ocupación, en la Segunda Guerra Mundial, su bosque sirvió de cuartel general del Maquis Serge (o sea, Gérard Drouin, alias Capitán Serge), cuyas acciones contribuyeron a la liberación de las ciudades de Autun y Château-Chinon en 1944. El caso es que el 25 de junio de 1944 Planchez fue incendiado (también Montsauche, por donde pasé ayer) por una unidad del ejército alemán en represalia por una emboscada llevada a cabo el día anterior por el Maquis Bernard y las SAS.

Me tomo un café en una terraza y descanso un rato. Primero al sol y luego ya a la sombra. Salgo en dirección al camping. Avanzo y caigo en la cuenta de que mi fin de etapa queda a apenas dos kilómetros y medio por una carreterita que se ve tranquila a la derecha. Sin embargo, la GTMC me obsequia con un rodeo de casi veinte. Bueno, no hay prisa, ¿no? Por algo será. Pino y hayas se van alternando con otras zonas más abiertas. Se ve que ha llovido porque hay grandes charcos en el camino. Y que no falte el senderito que se cierra y por el que no hay forma de avanzar.

Tras una considerable bajada en la que voy con cuatro ojos porque es difícil distinguir el relieve del terreno con tanta zona de sombra. Por fin, salgo a Cussy-en-Morvan. Es hora de una Coca-Cola en un P’tit Café muy agradable.

Me quedan apenas diez kilómetros hasta Anost. De nuevo por caminos que sucumben ante el avance de zarzas, helechos y otras especies vegetales especialmente empeñadas en molestar al ciclista. En un buen repecho con piedra suelta doy con mi cuerpo en el suelo. No parece nada serio, aunque el golpe fuerte se lo ha llevado la mano izquierda. Gajes del oficio.

Entro en Anost por el Chemin du tacot, o sea, por la antigua vía de tren. Hasta aquí la etapa de hoy.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 279,69.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 4744.

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