Hace unos días me llegaba vía correo publicidad de un Programa Experto en Transformación Digital. Lo organiza una entidad con cierto nombre. No quiero meter el dedo en la llaga con la institución en sí, pero sigo sin comprender que en 2025 este tipo de programas se presenten en sociedad con un claustro de profes, facilitadores, coaches –o como puñetas lo queramos llamar a día de hoy– compuesto solo por hombres. En este caso en su web muestran un equipo de seis profesionales. Ninguna mujer.
El programa contempla solo seis sesiones, por lo que veo. Y, claro, seis sesiones con seis hombres al frente de la transformación digital. Claro que tampoco veo en el programa ninguna alusión a las implicaciones éticas que hoy día presenta la digitalización. Y sí, para mí, es un problema. Un problema porque seguimos colocando en el mercado programas que se olvidan de la diversidad, de la inclusividad, de lo delicado que es todo esto para nuestra humanidad. Sí, claro, hay una parte que habla de talento digital y también salen por otro lado las personas, el liderazgo y la cultura. Pero cuando miramos a quiénes son las eminencias elegidas para dinamizar cada una de las seis sesiones: más de lo mismo. Esto de las tecnologías es Soberano. Porque Soberano es cosa de hombres.
Conste que este pequeño detalle que traigo aquí no es anecdótico. No seré yo quien diga que no hemos progresado en diversidad de género, pero cuando ves, de nuevo, que se repiten arquetipos, es entonces cuando te preguntas hasta qué punto hemos avanzado en un cambio cultural. No ya sobre opciones no binarias en género, sino simplemente en cuanto al implacable rol del patriarcado que continúa presente, agazapado para salir a la luz en cuanto puede.
Por otro lado, no podemos dejar de citar los tiempos extraños en que vivimos. Los nuevos oligarcas del mundo se han puesto a perseguir la diversidad hasta unos límites inimaginables hasta hace poco tiempo. ¿Estamos involucionando? Lo que hemos podido leer recientemente sobre las medidas de Donald Trump al llegar a la presidencia es sobrecogedor. ¿Vamos a volver a las cosas de hombres? ¿La transformación digital es cosa de hombres?
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