14 Lom-Skjolden #NoruegaEnBici

Strava: https://strava.app.link/MxOV8V1EzLb

Como decía ayer, en Lom es obligatorio presentar los respetos a la iglesia medieval de madera de Lom. La que vemos hoy en día se construyó en 1170. Y aquí aguanta. Es una de las pocas en las que aún sobrevive el escudo medieval original con su cabeza de dragón. Eso sí, en la década de 1950 reemplazaron el original, que fue a parar a un museo, por una copia. El aspecto oscuro actual se debe a un alquitranado que se llevó a cabo en 2010. Antes, en 1973, una considerable renovación mejoró su aislamiento térmico. Fue entonces cuando quedó constancia de lo de siempre: al escarbar se dan cuenta de que debajo había antes otra iglesia. Entre otras cosas porque encontraron unas 2.000 monedas, que sirvieron también de pista de que había gato encerrado. La iglesia y sus dinerillos de siempre, ya se sabe.

Tras un par de horas de lluvia, por fin sale el sol entre las nubes y se queda agradable la tarde. Me voy primero al supermercado a comprar la cena y el desayuno. De nuevo tengo nevera, hervidor de agua y utensilios de cocina. Hechas las compras voy otra vez para la stavkirke a ver si ahora hay menos gente. Cierran a las siete y son las seis y media. Ni con esas. Siguen habiendo público.

Pago el diezmo para entrar: evidentemente diez euros. Bueno, 100 NOK; o sea, 100 coronas noruegas. La chica de recepción me pregunta de dónde soy ye dice que tengo folleto en español. ¡Vaya folleto! ¡De los que ya no se ven a no ser que leas prospectos de gadgets de la China profunda traducidos! ¡Qué risas leyendo el folleto!

Las columnas en las esquinas forman los lados del arco, y los tablónes del pared son puesto en éste marco […]. Las únicas ventanas originales de la iglesia son los agujeros redondo en la altura de las paredes […]. Las cabezas del dragón en el techo están característicos de la iglesia durante todos los siglos.

En fin, la iglesia es una preciosidad, no hay duda, con turistas, sin ellos o con el folleto traducido de aquella manera.

El Lom Camping, mi alojamiento de esta noche, es un señor camping, con su zona para tiendas, autocaravanas y cabañas, y otra para el motel. En este último es donde me he alojado. Queda a escasos 500 metros del centro, en la margen derecha del río Bovra, que desemboca en el Otta, precisamente junto a la iglesia de madera.

Te cuento lo que viene hoy. Apunta: toca pedalear la Sognefjellsvegen, la carretera con el paso de montaña más alto del norte de Europa. Al igual que la Atlantic Ocean Road o la Gamle Strynefjellsvegen por la que pedaleé ayer, es una «ruta panorámica«. Atraviesa la zona montañosa de Sognefjell y termina en Gaupne, en el Lustrafjorden. En total son 108 kilómetros. Yo no llegaré hasta Gaupne, ya que tengo idea de hacer noche en Skjolden, pueblo también bañado por el Lustrafjorden. La carretera se abrió el 16 de julio de 1938 y pasa por las montañas Jotunheimen, Hurrungane y Breheimen. El punto más alto y mi cima Coppi de esta ruta por Noruega es el Fantesteinen, con 1.434 metros. Por supuesto, te olvidas de venir aquí en invierno: de noviembre a mayo, si no más tarde, la encontrarás cerrada. Mira cómo se pone, según épocas.

Fuente: https://www.nasjonaleturistveger.no/en/routes/sognefjellet

La broma de ascender el Fantesteinen supone pedalear unos primeros 60 kilómetros, la mayor parte cuesta arriba. Luego vendrá una bajada inmensa hasta mi final de etapa. De nuevo veo que las previsiones del tiempo empeoran a partir de media mañana. Hasta donde pueda no quiero que me pille mal tiempo en la montaña. O sea, otra vez un buen madrugón, como a mí me gusta.

Desayuno en el motel, recojo todo en la mochila y me pongo con la etapa de hoy. Como la mayor parte es subir, no me abrigo tanto como ayer. Craso error. La temperatura va bajando hasta los 5 grados y estoy a 500 metros de altitud, ¿cómo va estar el asunto a 1.400? Habrá que ver. Venga, Julen, para y abrígate más, ¿no crees? Vaya si lo creo, mucho mejor con la térmica de manga larga y el buff tapándome las orejas. El valle se ve más bonito así.

Voy por la Rv55, la ruta panorámica oficial de Sognefjellet. La subida en los primeros kilómetros apenas si se nota. De vez en cuando hay llano e incluso ligeras bajadas. O sea, un frío de la leche. Es al cruzar de nuevo el río Bovra (el que pasa por Lom) cuando se aprecian cuestas más empinadas. A la izquierda queda una carretera que se dirige al Parque Nacional de Jotunheimen, junto a un hotelito con muy buena pinta, el Røisheim.

Tras pasar por una zona en la que hay un supermercado de la cadena Coop, aparece la iglesia de Bøverdal pegada a la carretera. Es, como otras que ya he visto, de diseño octogonal. Está construida en 1864 según los planos de un tal Erik Pedersen Rusten, granjero, pero también arquitecto, quien impulsó la construcción de unas cuantas iglesias. No obstante, parece que, en buena parte, en este caso copió el diseño de la iglesia de Nordberg de ese mismo año, atribuido a J.W. Nordan. Bueno, allá ellos. Esta es la capilla que da servicio a las gentes del valle de Bøverdalen. Preciosa con la bruma detrás.

No voy a encontrar, claro está, muchos pueblos en la ruta de hoy, una vez que haya dejado atrás Lom. Dejo atrás el alojamiento de Elveseter y hasta dentro de 60 kilómetros no hay pueblo que llevarse a la boca. Eso sí, hay varias zonas de descanso con infraestructura hotelera en Krossbu, Bøvertun y Sognefjellshytta, al lado de la carretera, en lo alto de las montañas.

Despacio y con buena letra pedaleo hacia arriba. La temperatura me da una tregua y sube tres grados. Corono una primera cima en la que hay un hotel. Se inicia una bajada que termina por llevarme hasta el lago Bøvertunvatnet. De nuevo a jugar con el efecto espejo en el agua.

A la salida del lago comienza un tramo de buena pendiente. Hay carteles con indicación de altura a medida que asciendo hacia el Sognefjellet: 1.160, 1.207, 1.300, 1.400 y, por fin, 1.428. La nieve y los glaciares se van abriendo paso. Y, por supuesto, cascadas inmensas de agua que se precipita con estruendo.

Llego al hotel Krossbu, un sitio encantador en el que estuve tentado de reservar habitación. Luego decidí que no tenía sentido quedarse «por allí arriba». Mejor terminar la etapa a nivel de fiordo para evitar el frío de un descenso a primera hora de la mañana. Eso sí, hago una parada para tomar el típico café a 4 euros. Menos mal que se puede repetir. Se ve gente alojada que ha venido a hacer sus travesías de montaña. Dejo pasar el tiempo allá dentro. ¡Qué bien se estaba al calorcito!

Solo me quedan 200 metros de desnivel para coronar Sognefjellet. El paisaje apabulla: lagos, neveros, glaciares. Ni un árbol. Eso sí, hay bastante gente repartida en mil huecos. Sigo en territorio de autocaravana. Bueno, en esta parte alta, me cruzo también con varios ciclistas. ¡Uno en manga corta! ¡Si estamos a 7 grados!

Toda esta parte alta ofrece una maraña de lagos. Hay un par de sitios con oferta de servicios varios para la mucha gente que se ve por la zona. Continuo y, claro, hay que hacer la «foto oficial» en la escultura del artista Knut Wold.

Un poco más adelante la nieve está pegada a la carretera. Esta es la zona de la foto que he puesto antes con las típicas paredes cuando abren la carretera tras el invierno.

Todavía hay algún que otro tobogán antes de afrontar la inmensa bajada a Fortun y luego ya a mi final de etapa en Skjolden. Son unos 15 kilómetros para bajar desde unos 1.200 metros de altitud hasta el nivel del mar. Tremendo. Para disfrutarlo.

Digo mar, pero debería decir fiordo. Pero no un fiordo cualquiera, sino el Sognefjord, el «Rey de los Fiordos», con sus 205 kilómetros desde aquí hasta el mar. Sí, Skjolden queda al final del ramal que más se adentra en tierra de este increíble fiordo. Las próximas tres etapas de esta ruta van a ir jugando con este gigante. Mañana te cuento algunas cosillas del Sognefjord. Paciencia.