07 Trondheim-Kyrksaeterora #NoruegaEnBici

by Julen

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La última tarde en Trondheim la dedico a dar un señor paseo. El buen tiempo ha sacado a la calle a una considerable parte de los trondheimers. Hasta veo gente tomando el sol en el césped junto al fiordo. Ya se ve que no hay rayo de sol que desperdiciar.El paseo lo comienzo en dirección hacia la iglesia de Ilen, cuya aguja había visto por la mañana desde la fortaleza Kristiansten. Nada de madera, la levantaron en piedra a finales del siglo pasado. Unos modernos, vaya.

En el camino coincido con una yaya y su nieto, ella con acento diría que andaluz o extremeño. He estado a punto de entrar en la conversación, pero me he reprimido. El niño, de unos cuatro años, le explicaba a su abuela que quería ser arquitecto. ¿Vivirían en Trondheim? Porque no parecían turistas.

Desde la iglesia me vuelvo hacia el centro pegado al puerto, que se reparte con diversas infraestructuras a lo largo de un largo tramo. Da para encontrar una zona de embarcaciones deportivas, un puente levadizo, un transitado carril para bicis y runners, y, por fin, una dársena donde está atracado un crucero de dimensiones considerables. De repente me veo inmerso en una procesión. Se ve que es hora de volver al gigante y como ahí dentro entran miles de personas, no veas el gentío que llevaba la misma dirección.

Dejo atrás el crucero y continuo por donde también paseé ayer. Si entonces había gente en la zona de Trondhjems Mekaniske Værksted (TMV), hoy ni te cuento. Las terrazas estaban hasta la bandera. Me acerco luego al barrio de Bakklandet, que también está animado. Antes de llegar encuentro una antigua cabina de teléfonos reconvertida en lugar de intercambio de libros, algo de lo que ya había leído como costumbre aquí en Noruega.

A las 19:30 estoy de vuelta en el hotel. Justo al lado hay un restaurante italiano. Ceno un plato de pasta más bien triste. Penne a la genevese. La he comido mejor, desde luego. Una ración normalita a 23 euros. Bueno, tampoco tan mal, ¿no? Por cierto, ni mención de pagar en metálico. El camarero llega directamente con el datáfono ya cargado. Lo del cash no se lleva nada.

Bueno, al lío. Os cuento la etapa. Hoy dejo atrás Trondheim después de tres días de descanso paseando por la ciudad. Voy a coger un autobús hasta Orkanger y desde allí empezar la prueba de verdad. Así evito los alrededores de Trondheim y me ahorro casi 45 kilómetros. Quiero empezar otra vez despacio y con buena letra. El día está estupendo para pedalear. Manga corta, por supuesto.

La previsión para la etapa se queda en algo más de 60 kilómetros y un desnivel acumulado de unos 700 metros. O sea, algo muy razonable para testar el poplíteo. Eso pensaba.

He estado mirando también la alternativa de coger un ferry hasta la isla de Hitra y luego pedalear hacia el sur hasta mi destino final de hoy en Kyrksæterøra, pero resulta bastante complicado. Me apetecía en especial después de haber leído un par de novelas (Viajo sola y El búho) de Samuel Bjørk, el alias que emplea Frode Sander Øien. Ya sabéis, novela negra. Es un músico y escritor bastante popular aquí, ya que es nacido en Trondheim. Cuenta con una serie en la que los protagonistas son pareja de policías, Mia Krüger y Holger Munch, que acaban por resultarte entrañables. Mia tiene en la isla de Hitra su particular lugar de retiro para curar heridas emocionales. Pues bien, a finales del año pasado, por lo que he visto, el autor ha publicado una quinta entrega de la serie. ¿Y cómo la ha titulado? Hitra. Algún día habrá que ir ahí, ¿no?

Vale, venga, que sí, que voy con la etapa. A las 9h sale el 310, que en poco más de 40 minutos me deja en Orkanger. Llega puntual. ¿Me abre para meter la bici? No puedes meter la bici como equipaje. Pero si no hay más pasajeros, la bodega va vacía, es sábado y es el primer autobús. Puedo quitarle la rueda de delante y proteger el cambio para que no manche.

Pues por sus santos cojones (con perdón), porque es cierto que en la web se dice que el conductor es quien decide, no hay forma de meter una bici en la bodega vacía de un autobús. Ni se me había pasado esta posibilidad. Éramos tres pasajeros en total, no había más. Flipo con la amabilidad de este tipo. Miraré para poner una reclamación o airearlo hasta donde pueda. Encima me dice que está prohibido meter bicis en todos los autobuses noruegos. Pero ¿de qué va este capullo? De verdad que aunque aquí me veáis exaltado, en el momento no me he ofuscado para nada y he tratado de explicarle que no había problema, que he metido la bici en muchos autobuses. Es verdad que estaba sin desmontar la rueda delantera, pero le he dicho que podía hacerlo en un momento. En fin, detallazo de los autobuses en Trondheim.

Siempre positifo.

A pedalear suave e ir calentando motores. Menos mal que tenemos GPS porque ni sé por dónde me ha metido el track para salir de Trondheim. Finalmente, tras Heimdal, aparece ya el fiordo a la derecha. Me va a hacer compañía hasta Orkanger. Se ve que es una zona que frecuentan quienes andan en bici de carretera. Me adelantan varias grupetas. Claro, yo voy a medio gas y, además, mirando la costa.

Los kilómetros van pasando y cuando no es el fiordo, es una iglesia de madera la que me entretiene, como la de Børsa.

Entre una cosa y otra, me fundo los 45 km hasta Orkanger en un tiempo razonable. El poplíteo, bien, gracias. Orkanger se sitúa al final del fiordo de Orkdal, un brazo del fiordo de Trondheim. En realidad, cuando miras el mapa resulta una locura asignar «fiordo» a todos estos lugares porque la costa se convierte en una auténtica lujuria de entrantes imposibles. En ese sentido, el fiordo de Trondheim es enrevesado hasta decir basta. Es el tercero más largo de Noruega con 130 kilómetros, pero si miras su línea de costa (sea eso lo que sea) entenderás lo que digo. Así que no me extraña que hayan aparecido por aquí cuatro calamares gigantes, lo que representa una de las concentraciones más altas del mundo. No será por sitios donde esconderse, con los 617 metros de profundidad que alcanza el fiordo en algunos lugares.

Pues bien, Orkanger es un señor pueblo y uno de los centros industriales más importantes de Trøndelag. Yo a lo mío. Sigo hacia Fennram, que es donde tomo el desvío para Kyrksaeterora, que es mi final de etapa previsto.

Por un carril bici voy hasta Fennram. Saludo a la iglesia de Orkdal, otra vez ¡de piedra! Claro, como la de ayer de Ilen, es de la misma época, la última década del siglo XIX. Se ve que en ese momento se imponía la moda de la piedra. Aprovecho la visita a la iglesia para llenar el botellín. Si hay cementerio, seguro que hay agua. No falla.

Inicio la segunda parte de la etapa, con algo más de montaña. Dejo la carretera principal y cojo la Hemnevegen, que luego se convierte en la Fv463 y que da acceso a una zona muy bonita de lagos. Hay que aprovechar para dejarlo claro, ¿no?

Llevo miedo de forzar. Intento ir suave y escuchar a la rodilla izquierda a ver si da alguna señal. Nada, en calma. Entre lago y lago se me cruzan dos veces unos enormes ¿ciervos? Bueno, algo parecido. Renos no eran, desde luego.

Desemboco, para mi sorpresa, en una carretera que lleva bastante tráfico, la E36. Menos mal que llevo cierto viento de cola y los kilómetros pasan rápido. Paro un rato en Ellingsgården, un sitio que ofrece restaurante, camping y una zona de servicios. Me meto mi segundo tentempié y continuo. Me quedan aún unos 35 kilómetros. Vaya, vaya, lleva tráfico esta carretera.

Por fin llega el desvío para Kyrksaeterora. Encuentro menos tráfico y más viento en contra. Bueno, pero es un tramo agradable, con el Rovatnet al lado, un lago protegido por unos paredones considerables y que en Kyrksaeterora comunica con el fiordo… porque sí, este pueblo tiene el lago a un lado y el fiordo al otro. Vaya lío.

Bueno, hasta aquí la etapa de hoy. Parece que el poplíteo aguanta. Por si acaso, aquí está recibiendo su primera sesión de hielo del día. Por la noche, la segunda.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 328,41.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 2.866.

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Fotografías de la ruta.

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2 comentarios

Amalio A. Rey 22/07/2024 - 09:09

Muy bonito el tramo, señor. Las fotos espectaculares. Estarás disfrutando como un cosaco, a pesar del capullo del autobús. Me alegro que el body esté acompañando. ¿Te has pasado tres días de descanso paseando por la ciudad? Joder, no te veía en ese registro tan humano. Abrazos!!

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Julen 22/07/2024 - 09:10

Jaja, he tenido que estar 3 días de descanso dando reposo al músculo poplíteo, que se había enfadado conmigo. Pero ya seguimos ruta. Ya sabres, lo importante de replanificar sobre la marcha.

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