03 Frya-Ringebu-Trondheim #NoruegaEnBici

by Julen

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Al igual que ayer, otra vez he estado muy a gusto en mi alojamiento, en Frya Leir. Ubicado dentro de un pinar, puedes elegir entre cabañas, tu propia tienda o autocaravana, o también en una especie de pequeño motel construido todo él en madera con solo 13 habitaciones y unos servicios comunes. O sea, mi elección. Limpio, acogedor, con cocina y también con lavadora, siempre importante. No muy lejos quedan el furor de tráfico de la E6 y las vías del tren. Todo sea por comunicar bien Oslo con Trondheim. Por si fuera poco, al lado queda incluso un pequeño aeródromo para avionetas.

Por 62 euros he disfrutado del alojamiento, una pizza para cenar y el desayuno. O sea, regalado para lo que se estila por aquí. Como tenía el restaurante cerrado, el hombre que atendía me ha conseguido la pizza para que me la pusiera yo mismo en la cocina y me ha dejado varias cosillas para un desayuno básico. Estupendo no, lo siguiente.

Bueno, al lío. ¿Qué ha pasado para cambiar planes? Debo ser el animal que más veces tropieza con la misma piedra. Pero seguimos intentándolo. El poplíteo da guerra. Es la pierna izquierda, la de siempre, la que acumula sucedido tras sucedido. No veáis cómo me acuerdo de Hugh Herr y sus espectaculares avances en el campo de la biomecatrónica. Quién pudiera.

El hombre tuvo que ver cómo le amputaban de joven sus dos piernas por un problema de congelación cuando escalaba. A partir de ahí, presume de prótesis y argumenta que obtiene mejores prestaciones que con sus capacidades fisiológicas humanas, las que le venían de serie. No llego hasta ahí, pero cuando me pasan estas cosas se me revuelven los pensamientos cyborg. Leo en la Wikipedia:

Todo esto está provocando un avance en el, relativamente nuevo, campo de la ingeniería que, por medio de principios en biomecánica y control neural, marca la pauta para el diseño en dispositivos en el área de rehabilitación y mejora de capacidades motrices. La meta es lograr rehabilitar completamente a pacientes que han sufrido de amputaciones, así como aumentar capacidades físicas de aquellos con fisiología intacta.

Bueno, vamos con los planes previstos y la opción final. Más prosaico, me quedo con Van Gaal. Yo siempre positifo, nunca negatifo. Es ridículo pensar que puedo afrontar otras tres etapas de unos 100 kilómetros, como tenía pensado. Así pues, cambio de planes.

Desde Frya mi idea inicial para esta etapa había sido pedalear por el valle del río Gudbrandsdalslågen –cinco tristes vocales entre catorce poderosas consonantes– en dirección noroeste y seguir hasta Dombås. Eso suponía enlazar en Dovre, el pueblo anterior a Dombås, con una ruta bastante promocionada, el Tour de Dovre, una ruta se mueve entre tres parques nacionales: Dovrefjell-Sunndalsfjella, Rondane y Dovre. Si recordáis, nada más comenzar a pedalear el primer día, llegué a Eidsvoll y allí quienes firmaron la constitución de 1814 lo hicieron al grito de ¡Unidos y leales hasta que las montañas de Dovre se desmoronen!

Pues bien, mi segunda opción era precisamente pedalear cerca de las montañas de su parque nacional. En vez de pegarme al río, que queda cerca de donde me he alojado, podía empezar el día en alegre biribilketa y ascender el puerto de Rondevegen. Solo habrían sido 23 kilómetros de subida para salvar un desnivel de 1.000 metros. El paso de montaña queda a 1.060 metros de altitud.

Esta segunda opción suponía recorrer la carretera Fv27, de Venabygdsfjellet a Folldal, que forma parte de la lista de las 18 rutas panorámicas de Noruega. Antes se las conocía como «rutas turísticas nacionales». Esta ruta aparece denominada «Rondane», ya que es el parque nacional que llevo constantemente a mi izquierda.

Pues ni primera opción ni segunda opción. Me voy derecho a Trondheim en tren y así haré cuatro noches allí recuperando en lo que pueda el famoso poplíteo. Es una ciudad con muchas alternativas. Ni tan mal.

Para coger el tren tengo que volverme hasta Ringebu precisamente cogiendo un tramo de la Fv27. En vez de hacerlo por la E6, por donde vine ayer, subo por la ladera. No es el Rondevegen, pero algo es algo, ¿no? Voy lo más despacio que puedo para mantener callado al poplíteo. Más o menos lo consigo.

El tramo hasta Ringebu me saca, tras kilómetro y medio de ascensión, de la Fv27 y me lleva por una pista con señales del camino de San Olav.

Pedaleo por una zona agrícola y ganadera. Hay granjas en las que se ve gente trabajando. Las construcciones de madera son absoluta mayoría.

Tras esta maratoniana etapa de 6,23 km a una media de 10 km/h, me planto en la estación de Ringebu. Se ve infraestructura e información sobre los peregrinos.

Me quedan un par de horas y doy una vuelta por el pueblo, pero no hay mucha historia. Tranquilidad y mimos al señor Poplíteo. Por fin llega el tren. Me voy como un niño bueno y aplicado.

Voy en el vagón 4. Una chica muy amable me ha pegado un grito nada más parar el tren para que le pase la bici. Ella se encarga de colocarla con sus otras amigas, porque yo llevo la plaza 3 de bici. O sea, que al menos hay otras dos. El vagón 4 es el Familie. Esto te asegura cuatro horas de diversión hasta Trondheim sin coste adicional. Una delicia entre criaturas. La una llora, la otra grita, la otra se pega con su hermano, la otra necesita darse paseos. Al fondo del vagón hay una zona de juegos. De juegos de meter ruido porque oigo el choque constante de piezas de madera. A mis 59 años no me he atrevido a participar. Un viaje entrañable. Ya verás cómo sueño con las piezas de madera. Eh, pero siempre positifo.

El tren va devorando kilómetros. Los edificios de las estaciones, eso sí, mantienen cierta homogenidad estética siempre que no hablemos de pueblos grandes. Los edificios juegan con policromías que entremezclan amarillos, rojos y azules sobre el fondo casi negro de la madera. Parecen salidos de otra época. Los de Hjerkinn, Kingsvoll o Fokstumyra son un buen ejemplo.

El paisaje es espectacular. En las zonas altas se ve nieve y de la mano del mal tiempo que se veía, nadie diría que estamos en verano. Se van alternando zonas más abiertas con otras más encajonadas junto al cauce los ríos. Lo dicho, muy entretenido. Como conocía los pueblos, de haber preparado la ruta, ha sido todo mucho más aprovechable.

Por fin, tras cuatro horas de viaje, estoy en la estación de Trondheim. Un breve paseo en bici me deja en el hotel. Hago el check-in. Fuera se ha puesto a llover con cierta fuerza. Mañana más.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 219,71.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 1.789.

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Fotografías de la ruta.

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