01 Gardermoen-Biri #NoruegaEnBici

by Julen

Strava: https://strava.app.link/19CNKu06dLb

Aprovecho el desayuno buffet del hotel para llenar los depósitos de combustible. Son las cinco de la mañana. A las 4:15 había amanecido. Cómo no, en el desayuno del hotel se desarrolla una actividad febril. A las cuatro comienza el servicio, no te digo más. La marabunta no descansa. Ya le quería ver aquí a Charlton Heston, por muy en favor de rifle que estuviera el tipo.

Para empezar, toca etapa rodadora y larga a la que se añade cierto viento en contra y lluvia, lluvia y lluvia. Estupendo para comenzar a entender por qué todo está tan verde y por qué hay tantas cascadas. Agua que te quiero, agua.

El rutómetro de hoy se ha ido por encima de los 110 kilómetros, pero con solo 776 metros de desnivel acumulado. De hecho, la tachuela principal, entre el kilómetro 70 y el 80, no se eleva más allá de los 280 metros de altitud. No todo iba a ser llorar.

Me despido de la gente de recepción del hotel hasta el 2 de agosto. Qué locura de gentío, de verdad. Dejo aquí la caja con algunas herramientas para que a la vuelta me sirva de nuevo. Tengo que pensar si lo intento o busco plan B. Empieza este viaje en bici al que tantas ganas le tenía.

Hasta el 2 de agosto, hotel de la marabunta

Salgo y llueve. La chica de recepción me dice que espere. ¿A qué? La previsión es de lluvia constante. Cuanto antes, mejor. Son las seis de la mañana. Estupenda hora para pedalear.

Bordeo el aeropuerto por su lado oeste durante casi cinco kilómetros y luego entro en una zona boscosa a través de una carretera que esparce sus largas rectas entre pinos. Paro un momento a recomponer la mochila y protegerla más aún de la lluvia.

Veo un cartel que indica, creo, que la carretera por la que voy está cortada en un puente. Pues sí que sí. Cortada de verdad. Menos mal que los incívicos lugareños noruegos han hecho lo de siempre. O sea, la valla está tirada y hay un hueco por el que pasar. En bici puedes; en coche, imposible. Bienvenidos a la lógica del estará cortado, pero por mis cataplines que por aquí pasamos. Debe de ser naturaleza humana, da igual la procedencia. Por cierto, ni idea de por qué estaba cortado el puente. No se veía nada raro.

El primer pueblo que encuentro en la ruta es Eidsvoll y vaya si tiene historia que contar. Aquí se firmó la constitución de 1814 que abrió paso definitivamente a la independencia de Noruega.

El edificio Eidsvoll es uno de los símbolos nacionales más importantes de Noruega, ya que fue el lugar donde se redactó y adoptó la Constitución noruega en 1814.
El museo transmite la historia de 1814 e inspira compromiso a través de varias exposiciones. Una visita a Eidsvoll 1814, la cuna de la democracia noruega, es un recordatorio, una inspiración y una fuente de conocimiento.

Noruega estaba unida a Suecia, aunque, a decir verdad, más bien era Suecia la que «mandaba» y Noruega la que se sometía. Pues bien, luego de ciertos desencuentros, los noruegos comenzaron a reunirse aquí en Eidsvoll a partir de la semana del 10 de abril de 1814. Constituidos en asamblea, cada siete días cambiaban los dirigentes que la encabezaban. En la semana del 17 de mayo el mandamás era un tal Georg Sverdrup. Como quiera que fue entonces cuando llegaron a una redacción definitiva, a él le tocó el discurso ceremonial de la nueva constitución. Se ve que lo sellaron al grito de: ¡Unidos y leales hasta que las montañas de Dovre se desmoronen! En un par de días pasaré más o menos cerca de esos montañas. Ya te confirmaré si siguen en pie.

Me detengo lo justo para hacer un par de fotos. Diluvia. Perdón, sé que me repito.

Sigo hacia Minnesund por buenas carreteras. Este pueblo es famoso por sus fábricas de esquís. Se ven también indicaciones de circuitos de esquí de fondo. Se equivocan; mejor si fábrican barcas o piraguas. Joder, no para de llover.

Enseguida llego a las orillas del lago Mjøsa, de origen glaciar. La criatura es el lago más grande de Noruega, así como uno de los más profundos del país y de Europa. De norte a sur son 117 kilómetros y en algunos tramos hace de frontera entre los condados de Akershus e Innlandet. O sea, que ya tengo compañía para hoy y para mañana por lo menos. Estuve dudando de si pedalearlo por su lado este, más poblado, con las ciudades de Hamar, Brumunddal, Moelv y Lillehammer, o hacerlo por su lado izquierdo. Finalmente me decidí por esta segunda opción, creo que más tranquila, aunque quizá algo más aburrida. En lo posible iré evitando la carretera principal, aunque habrá tramos en que no me quede más remedio. Alrededor del lago solo hay cinco grandes núcleos de población: a los ya comentados hay que añadir Gjøvik, el único que queda en la margen izquierda y por el que pedalearé hoy.

De hecho, en Minnesund podría enlazar con la Mjøstråkk, una ruta ciclista de 234 km de longitud que rodea el lago y que se presenta entre las 13 más atractivas del país, según nos cuentan. Si bien se propone el recorrido en sentido antihorario, en mi caso lo haré al revés. Esta ruta circular está dividida en siete tramos. Yo la pedalearé, sobre todo, a través de uno de ellos, el que une Gjøvik con Lillehammer. Podría seguirla al completo desde Minnesund, pero en vez de dirigirme hacia el interior, hacia Urdal, he preferido pegarme más a la costa del lago. La ruta se presenta como una opción tranquila que da acceso a la Noruega rural y, por supuesto, con la referencia permanente de las vistas al inmenso lago.

Dejo atrás Minnesund. El lago Mjøsa se ve bonito con este clima lluvioso.

La carretera Fv33 me conduce hasta Feiring, siempre con el lago pegado a la derecha. Un supermercado de la cadena Coop presume de vistas al lago. Arriba a la izquierda veo la espigada aguja de la torre de la iglesia. He leído que por esta zona había unas veinte minas de cobre ¡en el siglo XVII! No obstante, es más popular la extracción de hierro y su posterior fundición. La herrería en la que se llevaba a cabo –Feiring jernverk– ha sido restaurada. Para mantener en el recuerdo todo aquello se representa anualmente una obra de teatro histórica y en agosto organizan un fiestón: la Jernverkshelga. Este año es del 2 al 4 agosto. Por si quieres venirte, te dejo acceso al programa. Hay visita a la mina. Tú verás.

Sigo con el pedaleo, que me quedan todavía unos 75 km. Tiene tela la etapa inaugural. Te hago spoiler: conste que es la más larga que he planificado. Van apareciendo casas dispersas aquí y allá. Algunas son realmente preciosas, con vistas al lago y rodeadas de un césped cortado a escuadra y cartabón. El paisaje se mantiene constante: ladera (más o menos pronunciada a tramos), árboles, hierba y lago. Sobre todo, lago. Durante casi diez kilómetros no me separo apenas 50 metros de la «costa». Transito por una zona donde la pendiente de la ladera es bastante pronunciada. El condado de Innlandet me saluda mientras digo adiós al de Akershus. Llego al túnel de Falken, de 920 m de longitud y prohibido para las bicicletas, por lo que hay que pedalear por la antigua carretera. Sin problema. Bueno, con sus evidentes desprendimientos de rocas.

Continua el mismo concepto: si la ladera suaviza su pendiente aparecen casas aquí y allá. Es lo que sucede en Fjellhaug, en Hjell o en Totenvika. Son pueblos con casas esparcidas y sin un centro aparente. Por cierto, la carretera va ofreciendo carriles bici segregados del asfalto en cuanto se accede a algo parecido a un centro urbano. Tranquilidad para quien pedalea. Sigo hacia el siguiente pueblo-pueblo, Skreia. Luce un par de gasolineras y varias tiendas y supermercados. Por cierto, el lago queda ahora bastante más lejos. Hasta Gjøvik, aún me quedan 25 km. Venga, hay que seguir.

Un poco más adelante, a la altura de Bilitt, me desvío hacia Kapp. Subo una pequeña colina y desciendo, de nuevo, hacia la orilla del lago. A la entrada del pueblo me saluda un centro de esculturas.

También aparece la iglesia de Kapp, construida entre 1937 y 1939. En la Wikipedia te puedes enterar de quién se ocupó de la carpintería, la fontanería, la pintura y la instalación eléctrica. Que no se diga que no hay que poner en valor a los gremios. El caso es que me he desviado hasta Klapp para echar un vistazo a Mjøsas ark, un curioso museo para aprender, entre otras cosas, sobre los viajes vikingos, el contrabando de alcohol, el transporte en barco y, toma nota, la historia de la cercana fábrica de leche Kapp. En su día, según parece, un tal Johan Olav Sopp inventó ¡la leche condensada sin azúcar añadido! Y la bautizaron como «leche vikinga». Qué cosas. En la zona del museo se ven señales del Camino de San Olav, el que conduce a la catedral de Nidaros en Trondheim. Las voy encontrando en muchos sitios.

Sigo ruta. Un buen cartel en la carretera sugiere: Del veien. O sea, Comparte el camino. Se refieren, claro está a coches y bicis. Dejo la iglesia de Nordlia a la izquierda (sé que está ahí por su aguja) y poco a poco me voy acercando a Gjøvik, un pueblo que nació literalmente de una fábrica de vidrio, Gjøvigs Glasværk, puesta en funcionamiento a principios del siglo XIX. Comenzó a producir vidrio para ventanas, más tarde cristal y vidrio blanco, así como vidrio para botellas y, finalmente, a partir de 1825 vidrio coloreado. Pues bien, en 1861 se convirtió finalmente en municipio. Según se explica en un artículo de la Wikipedia en noruego, el color azul de Gjøvik queda representado en el escudo de armas de la ciudad, cuyo motivo es un cisne blanco sobre fondo azul. Ya veis, pueblos que nacen de fábricas.

A la entrada del pueblo de nuevo una iglesia y su cementerio saludan al lago con sosiego y melancolía.

Aquí en Gjøvik, no obstante, la visita obligada es el «el cisne blanco del Mjøsa», o sea, un barco: el skidbladner. Su nombre proviene de la mitología escandinava. No se cortaban un pelo porque podía viajar ¡por mar y tierra!

Skibladner es el barco de vapor de ruedas más antiguo del mundo que todavía está en servicio regular y una de las atracciones más queridas de Noruega, 167 años después de su botadura en agosto de 1856. Todavía funciona con sus máquinas de vapor. Este encantador barco ofrece una auténtica experiencia de viaje en un barco de vapor del siglo XIX, así como un excelente restaurante.

El barco original se construyó entre 1854 y 1856 en unos astilleros suecos, en Motala, aunque luego sufrió modificaciones en 1888. Se mueve mediante una rueda de paletas de cinco metros de diámetro. Al principio funcionó con carbón, pero luego, a partir de 1920, emplea petróleo. En la actualidad atrae a más de 20.000 visitantes durante una temporada normal. Es propiedad y está operado por AS Oplandske Dampskibsselskap (ODS).


Fuente: Wikipedia

Tras bajar a la zona del embarcadero, decido que hay que parar un rato. Voy calado hasta los huesos. Me sobra tiempo para llegar al hotel a primera hora de la tarde. Aparece un McDonald’s. Pues no se diga más. Dejo la bici a la vista, entro, me quito el chubasquero y me abrigo un poco. No es que haga frío, pero van 90 kilómetros bajo la lluvia y eso le deja a uno destemplado.

El McDonald’s se convierte en mi cuartel general durante un buen rato. Actualizo el post, edito algunas fotos y me como un menú con hamburguesa vegetariana mientras fuera no para de llover. Entran muchas familias con niños. La macdonaldización noruega lleva buen ritmo. Tras quitarme la pereza de encima, salgo de nuevo a la intemperie. Venga, Julen, que ya no queda nada de esta maratoniana etapa.

Desde aquí hasta mi destino final apenas quedan 20 km. Mi primer fin de etapa en ruta es en Biri, un pequeño pueblo que en 1964 pasó a formar parte de Gjøvik. Ya tengo ganas de terminar, la verdad. De nuevo toca empaparse. Menos mal que en los últimos kilómetros abandono la carretera principal y pedaleo más tranquilo por una carretera secundaria que me deja en Biri. La etapa me obsequia con un último regalo en forma de una hermosa cuesta hasta el hotel, que queda en un alto.

Ya me he duchado, he lavado la ropa y la he puesto a secar de la mejor manera que he podido. Voy a ver el final de la etapa del Tour mientras termino de escribir este post. ¿Cómo puede ser que 114 km de pedaleo lloviendo me hayan dejado encantado de la vida? Se ve que cada cual disfruta a su manera. Y mañana anuncian más lluvia. Noruega, según parece, tiene estas cosas.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 113,62.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 776.

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2 comentarios

Ibiltarixa 25/07/2024 - 23:56

Un poco de lluvia te produce una sonrisa pero cuando te empapa del todo sientes poco disfrute. Animo.

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Julen 26/07/2024 - 12:55

Fueron 115 km de lluvia, toda una señal de bienvenida ☝️

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