Björn Borg

by Julen

Fue siempre mi ídolo: Björn Borg, aquel que siempre debía ganar, pasara lo que pasara. Y mejor si era remontando. En casa tenía instalado un campo de tenis diría que «de juguete». Sencillamente, se trataba de aprovechar un espacio que quedaba junto a las cuadras de los animales. Allí fui capaz de crear dos escenarios, uno con una teórica red que separaba las dos partes del campo y otro, a modo de frontón, empleando una de las paredes que separaba las dos cuadras.

El primer escenario me permitía jugar partidos con mis amigos de la niñez. El segundo, en cambio, me servía para cuando estaba solo, lo que era bastante frecuente porque nuestra casa quedaba en un extremo del pueblo y no siempre era tan fácil reunirse con los amigos. Así pues, este segundo extraño campo de tenis fue el que permitió, sobre todo, adquirir ciertas habilidades, bien con la raqueta de tenis o con la tradicional pala de frontón.

En mi vida escolar, aunque me gustaba el deporte, siempre me sentía un tanto cohibido. Mis condiciones físicas eran más o menos normales, no destacaba especialmente. Sin embargo, mi habilidad con la raqueta me permitió incluso, ya en la adolescencia, ganar un pequeño campeonato de tenis en Inglaterra, adonde había ido a pasar una temporada en verano para mejorar mi inglés.

Björn Borg era aquel hombre que, sobre todo cuando llegaba Wimbledon, me transportaba a un mundo de deseos. Sus partidos coincidían muchas veces con la época de enfardar la hierba para el invierno, un trabajo que nos implicaba a todos en casa. Al comienzo de aquellos veranos infantiles, la hierba y Björn Borg me mantenían ocupado. Muchos años más tarde, un relato sobre este hombre sirvió para que me concedieran un premio de relato corto.

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