Los rizos

by Julen

De pequeño tenía el pelo muy rizado, algo que era el orgullo de mi madre. No soy capaz de entender muy bien el motivo, pero que mi pelo tuviera esa condición, frente al de mi hermana, que era liso, me colocaba en un pedestal. Todavía hoy, muy cerca ya de cumplir 60 años, escucho de vez en cuando una petición esta petición: ¿por qué no te dejas el pelo largo? Lo dice con un poco de sorna, pero lo dice.

Abandoné aquel pelo rizado en la adolescencia. En ese momento de transición hacia no se sabe muy bien qué ni por qué decidí que mi yo debía llevar el pelo corto. Era la época de viajar a Londres en verano, la época de escuchar ska, punk y cosas así. Aquellos referentes juveniles no llevaban el pelo largo. Algunos lucían crestas y su indumentaria se quedó conmigo durante unos años. Bendita adolescencia.

Aquel pelo rizado pasaba cada cierto tiempo, por supuesto, por el barbero. Solía ser en Trapagaran, lo que para nosotros era El Valle. Soy capaz de recordar con cierto detalle el lugar y la escena en concreto del corte de pelo. Suponía una peregrinación en toda regla. No me gustaba nada que me cortaran el pelo y de por medio siempre se abrían negociaciones para que no me pusiera demasiado burro. Así que las pequeñas recompensas funcionaban.

La barbería fue, durante aquella infancia, un lugar con un estatus especial. Olía de determinada manera y rebosaba simbolismo. A los niños nos colocaban en un asiento extra, por encima del de los adultos. Allí, desde aquella altura, iban cayendo al suelo los rizos; no tantos como para que no siguiera siendo evidente que sí, que mi pelo era, no había duda alguna, rizado. Un rizado del que no muchos niños podían presumir.

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2 comentarios

Isabel 25/06/2024 - 12:32

«Algunos lucían crestas y su indumentaria se quedó conmigo durante unos años»

¿Tú también llevaste cresta? No consigo imaginarte.
Y todos esos «yo», ¿hasta que punto seguirán dentro de cada una?
Abrazos súper familia 🙂

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Julen 25/06/2024 - 19:25

Pues sí, pasamos por época de cresta decolorada… jeje.
No sé, supongo que por algún lado todos esos «yo» que comentas siguen estando por algún lado. Creo que siguen aquí 😉

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