El coronavirus, una cura de humildad

by Julen

El Mobile World Congress planteaba un mundo sin límites. Llegó el coronavirus y los humanos sucumbieron mostrando todas sus limitaciones: por la razón que fuera, adiós al Mobile al menos en la edición de este año. La inteligencia artificial a los pies de un virus que no solo socava la salud sino que también nos baja a la tierra. Somos humanos repletos de limitaciones por más que pretendamos que la tecnología nos traslade a una pantalla de poder nunca antes conocido.

La economía se resiente y las bolsas caen. El coronavirus se hará presenté de muy diferentes formas y nos repercutirá de muchas maneras. En mi caso, la universidad nos envía el protocolo de actuación con las recomendaciones de las autoridades. Dan indicaciones sobre cómo actuar en caso de sentir los síntomas o de que nos expongamos a situaciones de riesgo. La Corporación MONDRAGON crea una comisión de seguimiento del coronavirus. El miedo es libre y corre de aquí para allá como gallina sin cabeza. Se necesitan profesionales no de la sanidad (que también), sino del comportamiento humano. El laboratorio funciona a pleno rendimiento: asistimos a los efectos de una caja de reverberación como nunca antes conocimos: Internet.

Eso sí, la ciencia de datos ya lo sabía. Ya sabía que no había que viajar a Wuhan:

Diez días antes de que la OMS activara las alarmas sobre el riesgo de propagación del virus, la empresa canadiense de inteligencia artificial BlueDot emitió un aviso a sus clientes para que evitasen Wuhan, la ciudad cero. Empleando algoritmos de procesamiento de lenguaje natural, BlueDot rastrea más de 100.000 informes en 65 lenguas distintas cada día, además de múltiples fuentes alternativas, tratando de identificar posibles alertas sanitarias.

Sin embargo, a pesar de que desde big data lo supieran antes, las bolsas se han dado un buen batacazo y una parte de la población no hace sino recurrir al sistema rápido, intuitivo y emocional que Kanehman oponía al lógico y deliberativo. Ante un acontecimiento que se nos retransmite en streaming 24/24, la ciudadanía de a pie asiste al espectáculo con la sensación de que al final no somos tan poderosos. No sé en qué acabará esta gripe nueva, pero el toque de atención está aquí: tenemos que reconocer nuestros límites. Sí, todavía no somos cyborgs. Da igual que Harari nos proyecte hacia los 150 años o la inmortalidad (o que nos sustituyan por otras entidades); da igual que Andy Miah especule con un superdeportista trabajado también desde la genética.

Quiero pensar que las aguas volverán a su cauce; que, pasada la gripe, no olvidaremos tan pronto una mínimas normas de precaución. El positivismo tecnológico nos seguirá empujando hacia el más allá. Los límites no son para gente ambiciosa. El mundo crece y progresa de la mano de grandes retos tecnológicos. Da igual que nos conduzcan a dejar de ser lo que fuimos. Todo es evolución, nada debe quedarse como antes. No cambiar es morir. Nadie quiere morir. Guerra al coronavirus y a lo que se ponga por delante.

Dice el Comité Olímpico Internacional que se da un plazo para ver si suspende los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. Francia prohíbe concentraciones bajo techo de más de 5.000 personas. El fútbol –por favor, el fútbol, lo más dramático– ve cómo la liga italiana suspende un Juventus-Inter. Nos extinguimos. La ciencia de datos casi seguro que ya lo sabía. Luego los humanos hacemos o no caso. Echamos mano de uno de los sistemas de toma de decisiones que nos propone Kanehman o del otro. Y ahí nos reflejamos en el espejo: ahí cabalgamos con nuestras limitaciones a cuestas. Una cura de humildad.

Imagen de Pete Linforth en Pixabay.

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6 comentarios

Rai 03/03/2020 - 18:51

Magnífica reflexión querido Julen, me faltaban algunos de tus argumentos para endosar a los míos. Y me pregunto ¿después de esta cura de humildad y haber mostrado nuestras vergüenzas en forma de ataques de pánico, cuando todo esto se nos olvide, seguiremos siendo tan prepotentes? Llegado a este punto, he decidido, acertado o no, que del coronavirus solo me interesen los chistes y memes.

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Julen 03/03/2020 - 20:12

Sí, mejor cogemos el lado amable del coronavirus… que alguno tendrá, ¿no? 😉

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El coronavirus y las anomalías en el progreso – Consultoría artesana en red 15/03/2020 - 07:15

[…] pensar que es una cura de humildad. La fe en la tecnología y sus avances sinfín se da de bruces con una realidad incontestable: un […]

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Harari y Byung-Chul Han: vigilancia digital, propaganda y coronavirus – Consultoría artesana en red 23/03/2020 - 05:30

[…] no son tiempos normales. Vivimos sometidos a una cura de humildad y las decisiones que se vayan a tomar (y las que se están ya tomando) son una prueba de fuego para […]

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Querida incertidumbre – Consultoría artesana en red 16/07/2020 - 05:45

[…] ya unos meses, cuando todo esto empezaba, lo entendí como una cura de humildad. Un mundo acelerado que se regodea de su supuesto progreso y que nos alerta de que la humanidad no […]

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Jaime 20/07/2020 - 00:57

Los dinosaurios vivieron entre 160 y 180 millones de años en nuestro planeta, los fósiles más viejos de nuestra especie que se conocen tienen un poco menos de 200.000 años de antigüedad. A la Tierra todavía le quedan unos 1.500 millones de años de existencia… Ahora mismo un agente infeccioso microscópico acelular que solo puede reproducirse dentro de las células de otros organismos está terminado con el egocentrismo, el egoísmo, el ego-*** de nuestra raza humana. Tan prepotente y tan débil. Tan absoluta y tan miserable.

Cuantos de esos 1.500 millones de años vamos a vivir? Ya dijo Hawkin que “Deberíamos abandonar el planeta Tierra dentro de 100 años o nos encontraremos cara a cara con la extinción” sobre todo por nuestro modo de tratarla.

Un punto azul pálido. Como bien titulo Carl Sagan..

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